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CREAR TEMA

Martes 28/04/2015, 11:30:49
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Escrito por chino Outes

Cuando terminó el partido contra Boca,aquella tarde en dónde Aguilera (una vez más) en complicidad con Rodríguez regalaban un clásico y la posibilidad de pelear el campeonato, resonaron muy fuerte sus declaraciones: “asumo la responsabilidad. Yo les pido que salgan jugando”. Si algo tiene Jorge Almirón es que es un tipo muy inteligente y así educó a su perro. Los perros son muy permeables para absorber las virtudes de sus dueños. Yo les pido que salgan jugando es la frase a los micrófonos abiertos, pero cuando vuelve en su auto, en la soledad del nadie te escucha, termina la frase que empezó frente al periodismo, “pero no así, pedazos de hijos de……..” Fue la primera de tantas veces que asumió la responsabilidad del juego.

Luego, ya entrado el campeonato, comenzó a virar el tono de sus declaraciones, sin perder la línea de… “el único responsable soy yo”. Sólo que a partir de Belgrano de Córdoba comenzó a demandarle a sus dirigidos y a micrófonos abiertos, una cuota de carácter, compromiso y rebeldía, que muy lejos estaba de verse en la cancha. La misma rebeldía que le pidió siempre a su perro y que fielmente el can le respondía.

Jorge Almirón se precia de entender el gusto del hincha de Independiente. Se precia, porque como hincha que dice ser, conoce perfectamente como debe jugar un equipo de Independiente, pero la pata que le falta para ser Independiente, es justamente la que le demanda a sus jugadores: carácter. Y este jugador “Carácter” no se negocia en ningún mercado de pases…quiero decir, no se compra ni se puede tomar prestado. Lo tenía en Rodríguez su lugarteniente preferido, pero hoy, este soldado, quedó fuera de combate. También pensó que lo encontraba en Mancuello, pero Superman arrastra una dificultad física y en adelante, el problema que significará la falta del “torito”.

El perro de Almirón, cuando corre en el campo, no sólo no se cansa, sino que demanda más instrucciones de su dueño, con quién es feliz jugando el juego que más le gusta jugar. Hoy, Jorge Almirón se debate sin entender qué es lo que le pasa a su equipo. Que toca y toca en una tenencia exasperante, ya estudiada y aprendida por rivales que miran como Independiente se hace un nudo en su propio juego y luego salen disparados y convierten en el arco del "ruso". Como pasó en la noche de Belgrano…como pasó en la noche de Gimnasia y así sucesivamente.

Se reconoce la intención, pero a esta altura, la gran pregunta que se hace todo Independiente es si este entrenador, tiene a los intérpretes que necesita. He visto fracasar a eminencias (Almirón no lo es) hundidos en su propia sabiduría, por falta de interpretes válidos. Muchos profesores vinieron a explicarme innumerables cosas de una altísima riqueza, pero ninguno en la clase estaba preparado. Terminamos todos aplazados.

Las noches de Almirón deben ser muy largas tratando de entender y aceptar por qué los jugadores no terminan de hacer lo que les pide. No tengo dudas que ninguno de este plantel está preparado para jugar , como pretende su entrenador. Ninguno, antes de ahora, estuvo haciendo lo que hoy se le pide y porque además, hasta dónde sé, el que le pide peras al olmo, recibe un cocazo en la cabeza. Y si además le agregamos
nimiedades, como cambios mal hechos, de penales cobrados y no cobrados,
lesiones y demás plagas que vienen invadiendo a Independiente de un tiempo a
esta parte, la cosa se complica y del futuro ni hablar.

La condena al fracaso está a la vuelta de la esquina. Porque si bien la idea de Jorge Almirón puede ser legítima, ya no tiene margen para equivocarse en boludeces. Ya no hay crédito. Cada una de sus decisiones serán observadas bajo un lupa implacable que mostrará cosas, que con otros resultados, nos chuparían un huevo. Pero no, lamentablemente a esta altura, ya ni le queda el derecho a equivocarse.

No puede haber el vértigo que el entrenadord emanda, porque sus jugadores no saben lo que es. Son chiquitos, les molesta la presión, el murmullo los achica, el griterío los achica y en lugar de entrar al área e incinerarse en una definición mal terminada, salen del área y dan un pase atrás. No patean al arco para que no los puteen, las piernas prefieren el pase a domicilio en un delivery futbolístico exasperante, que aunque a veces termine en gol, son gotas de agua dulce en un océano por demás salado.

El entrenador espera que el reloj del funcionamiento del equipo sea de alta precisión. Con cambios de ritmo, con subidas de volantes por sorpresa, con delanteros que se muestren por afuera y por adentro, sin tanto pivoteo intrascendente. Una lástima, pero habrá que avisarle al entrenador que se equivocó de aula: el material del que dispone, no está preparado para poner en práctica su idea futbolística. Y aquí esta su principal error, creer lo contrario.

Tendrá que aceptarlo. Su fracaso no será pensar como piensa el fútbol, al fin y al cabo es una idea y como tal se debe valorar. Su fracaso, habrá sido intentar transmitirla a un grupo de jugadores que no lo entienden, que no saben hacer lo que les pide, que se achican en cualquier circunstancias de presión y se estresan.

Independiente no va a echar a su entrenador esto lo tienen que dar definitivamente por descontado. Jorge Almirón se irá solo, envuelto en un millón de preguntas que no tendrán respuesta fácil. Se irá cuando el así lo entienda y a Independiente no le costará un peso salida.

Ese día, el de la despedida, cuando llegue a su casa abatido, furioso, con bronca y lo reciba su perro (indiferente a estas cosas) le hablará de lo que le pasó en Independiente. Le hablará a su perro de su “trágica” salida por no haberle encontrado la vuelta y porque ninguno de sus dirigidos entendió nada de todos sus aciertos y porque sus errores, vinieron a preparar la fórmula más explosiva que estalló con su salida.

Le hablará a su perro, que atentamente lo habrá de escuchar, porque si algo tienen los perros, es que saben escuchar y entender a sus dueños. Le dirá de todo lo que soñó hacer jugar a Independiente, de cómo pretendía salir jugando, de cómo los volantes esperaba que llegaran al área y que no sólo fuera Mancuello, de cómo debía funcionar “la línea de cinco”, le hablará de fútbol a su perro un buen rato… del fútbol que él hubiera querido verle jugar a Independiente.

El perro habrá de escucharlo y entenderlo y al cabo de las palabras de entrenador, habrá de ir corriendo a buscar una pelota, ésa, con la que juega todos los días con su dueño.

La traerá apretada en sus colmillos y apoyándola en el piso le propondrá un picadito….el perro, habrá entendido la idea rápidamente. Su dueño, jamás podrá entender porque sus jugadores no.






Muy bueno el comentario.

Almirón parece de esos DTs que quieren armar "equipos de laboratorio" que están en su cabeza.

El fútbol es, al mismo tiempo, mucho más simple y mucho más complejo que eso.