Viernes 04/05/2018, 00:56:03
Meza...el nuevo Burruchaga...
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Meza y el recuerdo de Burruchaga -
Por Eduardo VeronaApenas arribó a Independiente a pedido de Gabriel Milito, Maxi Meza no parecía poder evolucionar como lo terminó haciendo meses después de su llegada. Su fútbol agresivo y desequilibrante que no admite posiciones ni roles muy establecidos, remite a lo que eran los movimientos y el ritmo ofensivo de Burruchaga. El perfil funcional que lo distingue para frecuentar distintos sectores del campo sin perder el orden.
Cuando Gabriel Milito lo pidió para Independiente en el segundo semestre de 2016, Maximiliano Meza era claramente la figura de Gimnasia y Esgrima La Plata. Sin embargo por aquellos días no era un jugador muy valorado por el ambiente del fútbol argentino. Incluso en su arranque en Independiente tampoco logró un buen reconocimiento.Pero de a poco se fue soltando en la cancha. Ganando recorrido, juego y llegada. Hasta que terminó explotando en la Copa Sudamericana que ganó el Rojo el pasado 13 de diciembre frente al Flamengo en el Maracaná.El partidazo que hizo en la victoria por 2-1 ante Corinthians en San Pablol (en especial durante el primer tiempo cuando el equipo tuvo un rendimiento casi perfecto), lo mostró en ese estilo o línea de jugador ofensivo y desequilibrante que aparece por cualquier sector. Que llega lanzado desde atrás y sorprende por su ductilidad para tocar, encarar en el uno contra uno, o girar después de recibir de espaldas y quedar muy perfilado para perforar a la última línea adversaria. Sin tener la capacidad goleadora y la pegada seca y precisa que tenía Burruchaga, Meza se le asemeja en sus movimientos. Bochini siempre repitió que más allá de su brillante sintonía fina con Bertoni, con quien mejor interpretaba la pausa y la devolución al pie y al espacio fue con Burruchaga. Y sostenía el Bocha en pocas palabras, siempre rotundas: “Burru es esa clase de jugadores que se muestran y aparecen vacíos por cualquier lado. Por eso a mí siempre me facilitó la entrega”. Meza tiene una característica similar a la de Burruchaga. Sabe engancharse con naturalidad en la circulación ofensiva. Tiene ritmo para entrar y salir de la jugada. Aparece y no le anuncia al rival sus apariciones muy punzantes y directas. Corinthians lo padeció largamente en esos primeros 45 minutos. Porque Meza no da referencias. No juega en un lugar determinado del campo. No es delantero, no es media punta, no es un diez clásico que organiza, no es un volante que solo va por afuera o que solo va por adentro.¿Qué es, entonces? Algo de todo eso. Pero no una mezcla desprolija y anárquica. Es algo que expresa a un jugador amplio como para limitarlo en una función específica o en un rol. Meza precisa dentro de un orden, jugar con libertad. Necesita libertades. Es probable que le falte mayor potencia en los últimos metros y probar con más convicción de media distancia, pero se advierte que en su tránsito por Independiente continúa creciendo. Y que no llegó a su techo. Aquel debut internacional con la Selección en la catastrófica goleada sufrida frente a España, dejó ver su potencial. Y sus recursos técnicos y estratégicos para convertirse en un jugador difícil de clasificar. Esa dificultad para encasillarlo también revela su virtud muy poco extendida. Por esa velocidad para ir en búsqueda de la zona de definición y no cultivar dudas o temores, en Europa lo ubicaron como a un protagonista que vale la pena observar. Sorprendió, en definitiva, por su frescura y atrevimiento.No estamos planteando que Meza es un fenómeno ni que esté predestinado a romperla en la Selección, en el caso que Jorge Sampaoli lo confirme en una lista para Rusia 2018. Pero su perfil de jugador funcional no abunda ni aquí ni en el exterior. Ese perfil ecléctico lo distingue. Y le abre distintas posibilidades, como para que nadie deje de mirarlo. Ni de medirlo en su verdadera dimensión.
Por Eduardo VeronaApenas arribó a Independiente a pedido de Gabriel Milito, Maxi Meza no parecía poder evolucionar como lo terminó haciendo meses después de su llegada. Su fútbol agresivo y desequilibrante que no admite posiciones ni roles muy establecidos, remite a lo que eran los movimientos y el ritmo ofensivo de Burruchaga. El perfil funcional que lo distingue para frecuentar distintos sectores del campo sin perder el orden.
Cuando Gabriel Milito lo pidió para Independiente en el segundo semestre de 2016, Maximiliano Meza era claramente la figura de Gimnasia y Esgrima La Plata. Sin embargo por aquellos días no era un jugador muy valorado por el ambiente del fútbol argentino. Incluso en su arranque en Independiente tampoco logró un buen reconocimiento.Pero de a poco se fue soltando en la cancha. Ganando recorrido, juego y llegada. Hasta que terminó explotando en la Copa Sudamericana que ganó el Rojo el pasado 13 de diciembre frente al Flamengo en el Maracaná.El partidazo que hizo en la victoria por 2-1 ante Corinthians en San Pablol (en especial durante el primer tiempo cuando el equipo tuvo un rendimiento casi perfecto), lo mostró en ese estilo o línea de jugador ofensivo y desequilibrante que aparece por cualquier sector. Que llega lanzado desde atrás y sorprende por su ductilidad para tocar, encarar en el uno contra uno, o girar después de recibir de espaldas y quedar muy perfilado para perforar a la última línea adversaria. Sin tener la capacidad goleadora y la pegada seca y precisa que tenía Burruchaga, Meza se le asemeja en sus movimientos. Bochini siempre repitió que más allá de su brillante sintonía fina con Bertoni, con quien mejor interpretaba la pausa y la devolución al pie y al espacio fue con Burruchaga. Y sostenía el Bocha en pocas palabras, siempre rotundas: “Burru es esa clase de jugadores que se muestran y aparecen vacíos por cualquier lado. Por eso a mí siempre me facilitó la entrega”. Meza tiene una característica similar a la de Burruchaga. Sabe engancharse con naturalidad en la circulación ofensiva. Tiene ritmo para entrar y salir de la jugada. Aparece y no le anuncia al rival sus apariciones muy punzantes y directas. Corinthians lo padeció largamente en esos primeros 45 minutos. Porque Meza no da referencias. No juega en un lugar determinado del campo. No es delantero, no es media punta, no es un diez clásico que organiza, no es un volante que solo va por afuera o que solo va por adentro.¿Qué es, entonces? Algo de todo eso. Pero no una mezcla desprolija y anárquica. Es algo que expresa a un jugador amplio como para limitarlo en una función específica o en un rol. Meza precisa dentro de un orden, jugar con libertad. Necesita libertades. Es probable que le falte mayor potencia en los últimos metros y probar con más convicción de media distancia, pero se advierte que en su tránsito por Independiente continúa creciendo. Y que no llegó a su techo. Aquel debut internacional con la Selección en la catastrófica goleada sufrida frente a España, dejó ver su potencial. Y sus recursos técnicos y estratégicos para convertirse en un jugador difícil de clasificar. Esa dificultad para encasillarlo también revela su virtud muy poco extendida. Por esa velocidad para ir en búsqueda de la zona de definición y no cultivar dudas o temores, en Europa lo ubicaron como a un protagonista que vale la pena observar. Sorprendió, en definitiva, por su frescura y atrevimiento.No estamos planteando que Meza es un fenómeno ni que esté predestinado a romperla en la Selección, en el caso que Jorge Sampaoli lo confirme en una lista para Rusia 2018. Pero su perfil de jugador funcional no abunda ni aquí ni en el exterior. Ese perfil ecléctico lo distingue. Y le abre distintas posibilidades, como para que nadie deje de mirarlo. Ni de medirlo en su verdadera dimensión.