Barboza, salvando las distancias, me hace acordar a lo que pasaba con Amorebieta, quien era un perro que se mandaba cagada tras cagada pero como era bueno cabeceando y de arriba sacaba todo se ganó el cariño, a pesar que después te clavaba una falta pelotuda al borde al área totalmente innecesaria en el minuto 90.
Los 34 de Vaccari 
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