Miércoles 22/07/2015, 11:01:39
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Un hombre (Juan) entra a una oficina en un edificio, donde se encuentra otro hombre (Pablo) detrás de un escritorio.
Juan: Disculpe, ¿ésta es la agencia de apuestas?
Pablo: No, y que yo sepa no hay una agencia de apuestas en este edificio.
Juan: Qué pena, se ve que me informaron mal.
Pablo: Por curiosidad, ¿qué es lo que quiere apostar?
Juan: Quiero apostar 1000 pesos a que me puedo morder el ojo.
Pablo: ¡¿Qué?! ¡¿En serio?!
Juan: Sí.
Pablo: Entonces no hace falta que vaya a una agencia, yo le acepto la apuesta.
Juan: Hecho.
Entonces Juan se saca su ojo de vidrio y lo muerde.
Pablo: Me ganó. Tome los 1000 pesos.
Juan: Ahora le apuesto otros 1000 pesos a que me puedo morder el otro ojo.
Pablo (pensando): El tipo me está viendo, no puede tener dos ojos de vidrio.
Pablo (en voz alta): Ok.
Juan se saca su dentadura postiza y se muerde el otro ojo.
Pablo: Me rindo a sus pies. Tome los otros 1000 pesos y váyase.
Juan: Espere, tengo otra apuesta para hacerle.
Pablo: No, no, gracias.
Juan: ¿No quiere al menos escuchar mi apuesta?
Pablo: A ver...
Juan: Le apuesto 2000 pesos a que usted no tiene ano.
Pablo (perplejo y dudando): Ehhh... bueeeno...
Entonces Pablo se baja los pantalones para demostrar que tiene un ano. Para comprobarlo, Juan le mete el dedo.
Juan: Pues he perdido, usted sí tiene ano. Tome sus 2000 pesos.
Pablo: La verdad, no sé qué pensar. Empezó apostando como un rey para luego perder el dinero ganado estúpidamente.
Juan: Le diré la verdad. Mire por la ventana. ¿Ve a aquel hombre con binoculares en el edificio vecino?
Pablo: Sí.
Juan: Bueno, antes de venir aquí le aposté a ese hombre 10000 pesos a que yo le metería el dedo en el culo a usted.