Escrito por Lemmy
Justo hoy estaba leyendo este artículo y me topé con esto:
FUENTE: https://latinta.com.ar/2017/07/las-palabras-y-los-cosos-foucault-en-el-gabinete-de-cambiemos/
La ideología, el debate político, la lucha de clases, etc., fueron los temas desterrados de la agenda mediática, más preocupada por difundir las bondades del neoliberalismo —único y absoluto beneficiario de la posmodernidad— que por informar en qué consistía realmente este cambio de paradigma.Una nueva era de frivolidad, exitismo y marketing personal había llegado para quedarse: el Estado de bienestar ya no existía, pues la «corporatocracia», tan escondida y omnipresente como los micropoderes denunciados por Foucault, lo había reemplazado para siempre en nombre de la libertad individual.[...]
Durán Barba expone conceptos como el que reproduzco a continuación: “Con todo esto no queremos decir que se acabaron las palabras y que la política es solo imagen, pero sí que hay un desafío complejo para comunicar el mensaje político y tener impacto en los electores contemporáneos. Eso no se soluciona improvisando ridiculeces, sino estudiando con seriedad lo que está ocurriendo, para comunicar de manera eficaz nuestro mensaje en una nueva sociedad, que parece capturada por la banalidad”.
[...]
Alejandro Rozitchner, quien se ha transformado en algo así como el filósofo oficial de este Gobierno, arrojó estas pedregosas palabras en una entrevista brindada al diario Clarín hace un par de meses, tan pedregosas que parecían haber sido extraídas de la misma cantera de la que provienen las citas anteriores: “Tal vez el estilo de trabajo del presidente [Macri] no es el más usual en la Argentina, por eso es valioso, porque parece que no hiciera política o parece que no hiciera comunicación”.
¿Cómo deberíamos interpretar esta serie de desafortunados testimonios? Creo que Jean Baudrillard puede ayudarnos a encontrar una respuesta. En su libro ‘Cultura y simulacro’, el filósofo y sociólogo francés nos advierte —aunque sospecho que con algo de entusiasmo— que en el mundo posmodernono existe la realidad, no existe la historia, sino una simulación de la realidad y una negación de la Historia. Me atrevería a ser más específico: lo que existe es una negación de ciertos hechos objetivos de la historia y de los valores defendidos por la tradición humanística, de ahí que podamos asociar estos tiempos con los conceptos de posverdad y poshumanismo (el prefijo pos-, al parecer, se ha ido convirtiendo en algo maligno con el paso de los años).El incesante ataque al poder político y, en consecuencia, a todo pensamiento crítico, entendidos maliciosamente como elementos de coerción, fue la estrategia que utilizó el neoliberalismo para asegurarse el poder que quedaba disponible, y tanto Foucault como sus seguidores posmodernos fueron en parte responsables de que esto sucediera. ¿Qué debemos hacer, entonces, los que queremos que esto cambie?
El que quiera entender que entienda. Los otros son simios con título (o no, lo cual es peor) que se creen alfas y son más gamas que betas.
Es el más claro ejemplo de que estamos en presencia del retorno de los noventa, pero sin el olor rancio del peronismo.
Calcado, de manual.
Hasta Baudrillard apareció.