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Jueves 01/02/2018, 17:21:33
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Calculo que las noticias son de acuerdo a quien te las cuente..

http://www.eltiempo.com/opinion/columnistas/mauricio-vargas/lula-culpable-por-corrupto-175960

Luiz Inácio Lula da Silva llegó a ser el líder político más importante y respetado de América Latina en la primera década y media del siglo XXI. Lo mismo para la izquierda que para muchos centristas e incluso centroderechistas, el dos veces presidente de Brasil consolidó la democracia de su país, sacó de la pobreza a decenas de millones de compatriotas y demostró que era posible llevar a cabo efectivos programas sociales, sin atentar contra la empresa privada ni destruir el aparato productivo, como sí ocurrió en la Venezuela de Hugo Chávez.El carismático exdirigente del sindicato metalúrgico convirtió a su Partido de los Trabajadores en símbolo de una izquierda moderna que ya no estaba atada al marxismo decimonónico, y en ejemplo de cómo, al igual que sucedió con los socialistas chilenos, en Latinoamérica era posible gobernar desde la izquierda y mejorar las condiciones de los más pobres, sin violentar las reglas del libre mercado ni destruir la iniciativa privada.

[b]Pero el cuento de hadas de Lula se empezó a venir abajo hace más de dos años, cuando la evidencia surgida de las indagaciones judiciales del escándalo Lava Jato alcanzó a Lula y a su familia. Mientras el Congreso votaba la destitución de su protegida y sucesora en el poder, Dilma Rousseff, quedó en claro que OAS, una de las compañías vinculadas –al igual que Odebrecht– con pagos de sobornos a altos funcionarios y políticos a cambio de multimillonarios contratos de la estatal Petrobras, les regaló a Lula y a su esposa un lujoso ‘penthouse’ tríplex en primera línea de playa, en uno de los más exclusivos balnearios del estado de São Paulo.
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Lula fue condenado hace varios meses por el juez Sergio Moro, cabeza visible de la gigantesca investigación judicial anticorrupción que ha mandado a la cárcel a decenas de dirigentes políticos, poderosos empresarios y altos ejecutivos. Y esta semana, en segunda instancia, un tribunal superior, en Porto Alegre, no solo confirmó por unanimidad la sentencia de Moro, sino que aumentó la pena de prisión efectiva, de 9 a 12 años. La condena implica la inhabilitación política de Lula, quien lidera las encuestas para las presidenciales de octubre.

Como es obvio, el expresidente y hasta ahora candidato a la reelección se ha victimizado como perseguido, y él y sus seguidores han querido endilgarle al juez Moro intenciones políticas. Pero las pruebas contra Lula son claras, a tal punto que la sentencia no solo da por válida la confesión de Leo Pinheiro, expresidente de OAS, quien contó en detalle cómo fue el pacto para que Lula recibiera el exclusivo ‘penthouse’, sino que sostiene que el expresidente estaba al tanto del criminal entramado de corrupción en Petrobras y que fue uno de sus artífices.

Para rematar la mala semana de Lula –a quien solo le queda un recurso final ante la Corte Suprema–, otro juez, que lo investiga por sobornos en la compra de aviones militares, le retiró el pasaporte y ordenó que le sea impedido salir del país. La tragedia del líder ilustra que la corrupción no tiene preferencias partidistas y que el dinero sucio puede tocar por igual a derechistas y centristas que a izquierdistas.

En Colombia ya lo vivimos: en los escándalos de corrupción en Bogotá, el Polo Democrático –que ahora apoya la candidatura de Sergio Fajardo– salió tan salpicado como en otros casos quedaron untados liberales, conservadores, ‘la U’ y Cambio Radical, que este año apoyan otros nombres para las presidenciales. Por eso hay tanto escepticismo frente al abanico de candidatos, ninguno de los cuales pasa, en las encuestas, del 16 % de intención de voto. Les hará falta mucho más que bonitos discursos anticorrupción para entusiasmar a un electorado que ya sabe, aquí como en Brasil, que la corrupción no tiene color político.