Sábado 03/08/2019, 00:03:59
Aquella mañana
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Llegué al garaje de calle Misiones cerca de las 9hs como casi todas las mañanas.
Entré, puse la trompa de mi Peugeot, y enseguida saltó alguien, como todas las mañanas, para subirlo al primer piso.
Tomé mi maletín, bajé del auto, y el Gordo de Nacional, que siempre hablaba de fútbol conmigo, me dijo: "Porteño, ¿viste que murió Pastoriza?" "¿Qué, le dije?" "Sí, le dio un infarto, murió temprano".
Fue un masazo en la cabeza. Creo que no le hablé más al Gordo. Salí del garaje, frente a Migraciones, caminé hasta la esquina del Citibank, crucé Misiones sin ser yo, agarré Cerrito, caminé otros 50 metros hasta la entrada del edificio donde estaba mi oficina, entré, no sé si saludé, prendí la computadora, y busqué en un internet bastante precario todavía qué había sucedido.
No me acuerdo de mucho más.
Nunca lo vi jugar en la cancha. Pero la figurita de chapa siempre me acompañaba arriba de la radio. Y ganábamos, ganábamos… hasta que un día te fuiste a Monaco, y con mis 12 años dejé algunas lágrimas sobre la chapita, sin entender tu ida. Tampoco la entendí aquella mañana de 2004. Pero esa vez fue para siempre.
JOSÉ OMAR PASTORIZA.
EL ROJO Y LA GLORIA.
SEÑOR EN LA TIERRA, EN AVELLANEDA Y DONDE ESTÉS.
Entré, puse la trompa de mi Peugeot, y enseguida saltó alguien, como todas las mañanas, para subirlo al primer piso.
Tomé mi maletín, bajé del auto, y el Gordo de Nacional, que siempre hablaba de fútbol conmigo, me dijo: "Porteño, ¿viste que murió Pastoriza?" "¿Qué, le dije?" "Sí, le dio un infarto, murió temprano".
Fue un masazo en la cabeza. Creo que no le hablé más al Gordo. Salí del garaje, frente a Migraciones, caminé hasta la esquina del Citibank, crucé Misiones sin ser yo, agarré Cerrito, caminé otros 50 metros hasta la entrada del edificio donde estaba mi oficina, entré, no sé si saludé, prendí la computadora, y busqué en un internet bastante precario todavía qué había sucedido.
No me acuerdo de mucho más.
Nunca lo vi jugar en la cancha. Pero la figurita de chapa siempre me acompañaba arriba de la radio. Y ganábamos, ganábamos… hasta que un día te fuiste a Monaco, y con mis 12 años dejé algunas lágrimas sobre la chapita, sin entender tu ida. Tampoco la entendí aquella mañana de 2004. Pero esa vez fue para siempre.
JOSÉ OMAR PASTORIZA.
EL ROJO Y LA GLORIA.
SEÑOR EN LA TIERRA, EN AVELLANEDA Y DONDE ESTÉS.