En Independiente renunció el contador.
Tenía 100 años. Su orgullo: hacía los números en un Cuaderno Rivadavia
y con un contador... manual.
Aún así, cuando le dijeron:
- Abuelo, firme acá abajo: son los sueldos de Montenegro y Domínguez.
El noble anciano hizo sus cálculos... Y dijo:
- No. Busquen otro cómplice.