Martes 24/04/2018, 18:26:16
El panorama de Holan...
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Holan, lejos de Gardel -
Por Eduardo Verona[url=http://https://media.diariopopular.com.ar/adjuntos/143/imagenes/005/168/0005168376.jpg]
[/url]En la consagración de Independiente en la última Copa Sudamericana, Ariel Holan parecía erigirse en un técnico de muy alto registro. En el 2018, su equipo y él tenían que reconfirmar lo que habían conquistado. Ese desafío que suele ser una gran encrucijada, por ahora arroja un balance muy discreto. Holan, dudando de su continuidad, ¿en los vapores de la victoria creyó que era Gardel? La realidad de todos los días no admite grandilocuencias.Después de ganar la Copa Sudamericana frente al Flamengo en el estadio Maracaná de Río de Janeiro, para el ambiente del fútbol argentino, Ariel Holan, era Gardel con todos los guitarristas. Incluso para las generaciones de hinchas de Independiente que no superaban los 40 años, Holan parecía trascender la imagen invencible del Pato Pastoriza, campeón como jugador (1967, 1970 y 1971, Copa Libertadores 1972) y campeón como técnico (1977,1978, 1983, Copa Interamericana 1976, Copa Libertadores 1984 y Copa Intercontinental 1984), expresando una totalidad.
Claro que en el fútbol como en la vida nada es eterno. Todo se mide día tras día en el marco de los exámenes cotidianos que hay que rendir. Y Holan, más allá de su salida sorpresiva y regreso también sorpresivo e inmediato a Independiente en el cierre de 2017 después de romper (de manera unilateral) el vínculo que lo unía con el preparador físico Alejandro Kohan, comenzó a perder puntos y a ganarse no pocas desconfianzas del plantel. A debilitarse, en definitiva. A revelar sus errores. A ser más permeable a la adversidad. Y a manifestar un rasgo de cierta inestabilidad emocional que lo empuja a frecuentar decisiones contradictorias.Y dejó de ser Gardel. Porque por otra parte nadie es Gardel. Todos, un poco más o un poco menos, en muchísimas más oportunidades de las que sospechamos terminamos siendo sobrevivientes del azar. El gran problema es creerse Gardel. ¿Se la creyó Holan? Solo él lo debe saber, pero…
[i]Lo que se asoma en la superficie es que si la derrota desestabiliza, el triunfo desacomoda. Recitan los grandes protagonistas de la historia que el triunfo puede ser un gran impostor. Porque somete el equilibrio. Porque suele precipitar actitudes soberbias. Porque licua la prudencia inteligente. Y porque desmantela el tejido invisible de la duda que no necesariamente es fatal.Con la Copa Sudamericana como crédito y garantía, Holan creyó refundar a Independiente. Demasiado ego. Demasiada influencia del yo. Aquella relación quebrada con el preparador físico Kohan, quien le abrió las puertas del ambiente y lo acercó en su momento a River, fruto de su relación con Matías Almeyda, no fue apenas un episodio más que se evaporó en el aire. Denunció que Holan, defensor pleno y convencido de los equipos de trabajo, comenzó a interpretar en la victoria siempre efímera que podía autoabastecerse. Que era él la gran figura. El gran estratega dentro y fuera de la cancha. Y se le movió el piso.
[/i]Empezó allí otra etapa. Y quedó casi por decantación formulada una pregunta inevitable: ¿cómo iba a reconfigurar en 2018 su tránsito profesional por Independiente? ¿Qué haría para ratificar lo que había expresado el equipo en el año anterior? Y lo que hizo fue embarcar a Independiente en contrataciones de jugadores (Gaibor, Silvio Romero, Braian Romero, Verón, Menéndez, Britez) que demandaron una inversión que alcanzó los 15 millones de dólares para compensar las salidas de Tagliafico y Barco y antes la de Rigoni.El equipo no logró ratificar la agresividad futbolística bien entendida que lo había distinguido en la temporada anterior. Para ser lo más claro posible: el equipo fue delatando un perfil muy errático e inconsistente. Resignando funcionamiento. Y se ablandó.
Un equipo más blando es un equipo más accesible y vulnerable para cualquier rival. Aquel Independiente de la última recta de 2017 se había convertido en un equipo aguerrido, duro, templado, potente. Por eso levantó la Copa Sudamericana en Brasil jugando bien.Este Independiente que en los últimos 5 partidos en su estadio acumuló 4 derrotas y un triunfo (con 1 gol a favor y 5 en contra), en cambio, se aflojó. Es la vieja encrucijada a la que se enfrentan los equipos que acaban de conquistar un campeonato o una Copa. El gran desafío de un plantel y un cuerpo técnico es mantener el fuego encendido. Y en lo posible avivar ese fuego. Holan, como máximo responsable de la conducción futbolística, no lo consiguió.
El fuego inicial se transformó en fueguito.Se le fue escapando de las manos ese equipo aguerrido, duro y templado. Como se le escaparon sus argumentos para defender algunas de sus elecciones (Gaibor y Silvio Romero, como los casos más fuertes en el plano de la inversión económica) para reforzar el plantel. Esa mirada fallida de Holan a la hora de sumar individualidades que enriquezcan al equipo, también lo debilitó. Y lo obligó a encontrar explicaciones convincentes que en este caso no mostró.“No creo que culturalmente el fútbol argentino esté preparado para los procesos largos como el de Ferguson”, declaró un titubeante Holan cuando lo consultaron sobre la posibilidad de verse reflejado, por ejemplo, en la continuidad de Marcelo Gallardo como entrenador de River. La experiencia de Gallardo que asumió como técnico en River en julio de 2014, no es la experiencia que quiere repetir Holan en Independiente. El contrato lo liga al club hasta el 31 de diciembre de 2018.
¿Pero hoy está diez puntos Holan en Independiente?
No, para nada, aunque su representante Fernando Hidalgo repita frases de ocasión que en lugar de aclarar, oscurecen, como explicar que si Holan se va, “lo va a plantear antes de tiempo”.Este escenario de gran incertidumbre tendría un punto de quiebre que se develaría en las próximas semanas. Si Independiente no clasifica a la Libertadores 2019 y en esta Copa no logra el pasaje a octavos de final (entran los dos primeros de cada Grupo) a disputarse luego del Mundial, Holan forzaría la situación a fines de mayo para dar un paso al costado como ya lo dio en diciembre de 2017, aunque su cláusula de rescisión contemple una salida en agosto, después de disputarse la Suruga Bank ante el Cerezo Osaka el 8 del citado mes.Por ahora no hay definiciones. Igual que el equipo. Le cuesta muchísimo definir. Aunque Holan en varias circunstancias ya se definió como un hombre que puede decir una cosa y hacer otra.
Por Eduardo Verona[url=http://https://media.diariopopular.com.ar/adjuntos/143/imagenes/005/168/0005168376.jpg]
[/url]En la consagración de Independiente en la última Copa Sudamericana, Ariel Holan parecía erigirse en un técnico de muy alto registro. En el 2018, su equipo y él tenían que reconfirmar lo que habían conquistado. Ese desafío que suele ser una gran encrucijada, por ahora arroja un balance muy discreto. Holan, dudando de su continuidad, ¿en los vapores de la victoria creyó que era Gardel? La realidad de todos los días no admite grandilocuencias.Después de ganar la Copa Sudamericana frente al Flamengo en el estadio Maracaná de Río de Janeiro, para el ambiente del fútbol argentino, Ariel Holan, era Gardel con todos los guitarristas. Incluso para las generaciones de hinchas de Independiente que no superaban los 40 años, Holan parecía trascender la imagen invencible del Pato Pastoriza, campeón como jugador (1967, 1970 y 1971, Copa Libertadores 1972) y campeón como técnico (1977,1978, 1983, Copa Interamericana 1976, Copa Libertadores 1984 y Copa Intercontinental 1984), expresando una totalidad.
Claro que en el fútbol como en la vida nada es eterno. Todo se mide día tras día en el marco de los exámenes cotidianos que hay que rendir. Y Holan, más allá de su salida sorpresiva y regreso también sorpresivo e inmediato a Independiente en el cierre de 2017 después de romper (de manera unilateral) el vínculo que lo unía con el preparador físico Alejandro Kohan, comenzó a perder puntos y a ganarse no pocas desconfianzas del plantel. A debilitarse, en definitiva. A revelar sus errores. A ser más permeable a la adversidad. Y a manifestar un rasgo de cierta inestabilidad emocional que lo empuja a frecuentar decisiones contradictorias.Y dejó de ser Gardel. Porque por otra parte nadie es Gardel. Todos, un poco más o un poco menos, en muchísimas más oportunidades de las que sospechamos terminamos siendo sobrevivientes del azar. El gran problema es creerse Gardel. ¿Se la creyó Holan? Solo él lo debe saber, pero…
[i]Lo que se asoma en la superficie es que si la derrota desestabiliza, el triunfo desacomoda. Recitan los grandes protagonistas de la historia que el triunfo puede ser un gran impostor. Porque somete el equilibrio. Porque suele precipitar actitudes soberbias. Porque licua la prudencia inteligente. Y porque desmantela el tejido invisible de la duda que no necesariamente es fatal.Con la Copa Sudamericana como crédito y garantía, Holan creyó refundar a Independiente. Demasiado ego. Demasiada influencia del yo. Aquella relación quebrada con el preparador físico Kohan, quien le abrió las puertas del ambiente y lo acercó en su momento a River, fruto de su relación con Matías Almeyda, no fue apenas un episodio más que se evaporó en el aire. Denunció que Holan, defensor pleno y convencido de los equipos de trabajo, comenzó a interpretar en la victoria siempre efímera que podía autoabastecerse. Que era él la gran figura. El gran estratega dentro y fuera de la cancha. Y se le movió el piso.
[/i]Empezó allí otra etapa. Y quedó casi por decantación formulada una pregunta inevitable: ¿cómo iba a reconfigurar en 2018 su tránsito profesional por Independiente? ¿Qué haría para ratificar lo que había expresado el equipo en el año anterior? Y lo que hizo fue embarcar a Independiente en contrataciones de jugadores (Gaibor, Silvio Romero, Braian Romero, Verón, Menéndez, Britez) que demandaron una inversión que alcanzó los 15 millones de dólares para compensar las salidas de Tagliafico y Barco y antes la de Rigoni.El equipo no logró ratificar la agresividad futbolística bien entendida que lo había distinguido en la temporada anterior. Para ser lo más claro posible: el equipo fue delatando un perfil muy errático e inconsistente. Resignando funcionamiento. Y se ablandó.
Un equipo más blando es un equipo más accesible y vulnerable para cualquier rival. Aquel Independiente de la última recta de 2017 se había convertido en un equipo aguerrido, duro, templado, potente. Por eso levantó la Copa Sudamericana en Brasil jugando bien.Este Independiente que en los últimos 5 partidos en su estadio acumuló 4 derrotas y un triunfo (con 1 gol a favor y 5 en contra), en cambio, se aflojó. Es la vieja encrucijada a la que se enfrentan los equipos que acaban de conquistar un campeonato o una Copa. El gran desafío de un plantel y un cuerpo técnico es mantener el fuego encendido. Y en lo posible avivar ese fuego. Holan, como máximo responsable de la conducción futbolística, no lo consiguió.
El fuego inicial se transformó en fueguito.Se le fue escapando de las manos ese equipo aguerrido, duro y templado. Como se le escaparon sus argumentos para defender algunas de sus elecciones (Gaibor y Silvio Romero, como los casos más fuertes en el plano de la inversión económica) para reforzar el plantel. Esa mirada fallida de Holan a la hora de sumar individualidades que enriquezcan al equipo, también lo debilitó. Y lo obligó a encontrar explicaciones convincentes que en este caso no mostró.“No creo que culturalmente el fútbol argentino esté preparado para los procesos largos como el de Ferguson”, declaró un titubeante Holan cuando lo consultaron sobre la posibilidad de verse reflejado, por ejemplo, en la continuidad de Marcelo Gallardo como entrenador de River. La experiencia de Gallardo que asumió como técnico en River en julio de 2014, no es la experiencia que quiere repetir Holan en Independiente. El contrato lo liga al club hasta el 31 de diciembre de 2018.
¿Pero hoy está diez puntos Holan en Independiente?
No, para nada, aunque su representante Fernando Hidalgo repita frases de ocasión que en lugar de aclarar, oscurecen, como explicar que si Holan se va, “lo va a plantear antes de tiempo”.Este escenario de gran incertidumbre tendría un punto de quiebre que se develaría en las próximas semanas. Si Independiente no clasifica a la Libertadores 2019 y en esta Copa no logra el pasaje a octavos de final (entran los dos primeros de cada Grupo) a disputarse luego del Mundial, Holan forzaría la situación a fines de mayo para dar un paso al costado como ya lo dio en diciembre de 2017, aunque su cláusula de rescisión contemple una salida en agosto, después de disputarse la Suruga Bank ante el Cerezo Osaka el 8 del citado mes.Por ahora no hay definiciones. Igual que el equipo. Le cuesta muchísimo definir. Aunque Holan en varias circunstancias ya se definió como un hombre que puede decir una cosa y hacer otra.